Arduo, largo, lleno de luchas tenaces, de esfuerzos inmensos en los hombros del pueblo, fue el camino que nos condujo a la Independencia de España, hecho del que se conmemoran los 199 años de la Batalla del Pichincha, y se aproximan los 212 años del 10 de Agosto, gloriosas gestas que hicieron posible la Independencia.
La libertad, la
independencia son los bienes más preciados de los seres humanos. La libertad en
la política para gobernar y ser gobernados, la libertad en la economía para
tener acceso a los bienes que proporcionan una vida digna. La libertad en la
sociedad, para sentirte igual con los otros y ser reconocido como tal y para
tener tu propia manera de pensar, ser, creer, crear, crecer. La independencia,
para vivir sin tutela ni pertenencia a otro que te oprime.
Entre otros esas
fueron las motivaciones de los americanos que vivieron entre, los siglos XVIII
y XIX, cansados ya de la opresión económica, legal, administrativa, cultural,
religiosa de España que impuso a cristazos-como diría Unamuno- y con la espada,
su cultura, religión, forma de vida, empoderándose de los recursos naturales y
humanos de este nuevo continente, sometiendo a una terrible explotación a los
indígenas, a los esclavos negros, a los mestizos pobres.
SITUACION DE LA REAL AUDIENCIA DE QUITO
PRIMERA ETAPA 1808-1812
SIGLO XVIII
FACTORES EXTERNOS
En Europa dos
grandes acontecimientos tendrán influencia mundial, el primero relacionado con
el desarrollo de la Revolución Industrial en Inglaterra, que marcará el
tránsito de una economía capitalista mercantilista a una economía de capitalismo
liberal o liberalismo, y a un nuevo tipo de formación socio-económica, la
burguesa, en el siglo XIX este nuevo sistema se impondrá a nivel global.
Primeras máquinas a vapor. Símbolo de la Revolución Industrial.
En las primeras fábricas era común el
trabajo de niños y niñas durante largas horas y sin ninguna protección. Revolución
Industrial 2018, Recuperado de: https://enciclopediadehistoria.com/revolucion-industrial/
El segundo guarda
relación, con la difusión del movimiento de la Ilustración y de la
Enciclopedia, que serán los impulsadores a nivel filosófico, ideológico y
político de la Revolución Francesa de 1789, en la que participó como clase
insurgente la burguesía, la que actuó en contra de la monarquía y de la rigidez
de los estamentos aristocráticos.
El «Siglo de las
Luces».
Los
enciclopedistas pertenecieron al sector activo que elaboró un nuevo orden
económico y social, por lo que la obra gozaba de ese espíritu filosófico,
científico, crítico y burgués que el “Siglo de las Luces” pretendía
extender por las sociedades del mundo.
Este
aspecto es el que no fue bien recibido por la nobleza, el clero y los jesuitas,
quienes trataron de impedir su publicación. La Enciclopedia
desafiaba el dogma católico y clasificaba a la religión como una rama de la
filosofía, en lugar de ponerla como el último recurso del conocimiento y de
la moral.
Muñoz Fernández,
Víctor. 2012. La Enciclopedia,
faro del conocimiento de la Ilustración. Recuperado de: https://redhistoria.com/la-enciclopedia-faro-del-conocimiento-de-la-ilustracion/
Eugenio, Delacroix: La Libertad guiando al Pueblo. Imagen recuperada de: https://historia-arte.com/obras/libertad-guiando-al-pueblo
La antorcha
encendida de la rebelión se propagó por todo el territorio ocupado en América
por las potencias europeas, primero como el surgimiento de nuevas formas de
pensar, que tuvieron lugar en el siglo XVIII, como las de la Ilustración y la
Enciclopedia.
Eduardo Kingman, Lenguaje del pueblo (1997)
Fuente: Andrea Moreno Aguilar, Eduardo Kingman Riofrío
(Quito: Banco Central del Ecuador, 2010). Recuperado de: https://www.redalyc.org/jatsRepo/1910/191062490013/html/index.html
Los enciclopedistas pertenecieron al sector activo que elaboró un nuevo
orden económico y social, por lo que la obra gozaba de ese espíritu filosófico,
científico, crítico y burgués que el “Siglo de las Luces” pretendía
extender por las sociedades del mundo. Muñoz Fernández, Víctor. 2012.
Recuperado de: http://redhistoria.com/la-enciclopedia-faro-del-conocimiento-de-la-ilustracion/
ACTA DE LA INDEPENDENCIA DE ESTADOS UNIDOS
John Trumbull, “La Declaración de Independencia” (Rotonda
del Congreso de los Estados Unidos, Washington D.C.)
La influencia de la Revolución Francesa y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano 1789, el rol de los Precursores de la Independencia, la lucha y la Independencia de EE. UU el 4 de julio de 1776, la Independencia de Haití el 1.º de enero de 1804, el iluminismo francés y el norteamericano fueron los factores que influyeron decisivamente en la conformación de las ideas libertarias de América.
Es posible percibir, a partir de aquellos años del
1780, una aceleración del tiempo histórico. Se fueron quemando etapas en un
proceso agónico, que, desde una reformulación de la monarquía absoluta,
condicionada muy fuertemente en sus últimas manifestaciones por la Revolución
Francesa, se pasó a la postulación de una monarquía constitucional, todo ello
dentro del proyecto autonomista. Los últimos momentos del autonomismo, que no
fueron ya vividos por Velasco y Espejo, se aparecen como una precipitada sucesión
de hechos: la Primera Junta Soberana de 1809, luego la Constitución de 1812,
contemporánea de la de Cádiz, y el fin de la vigencia de ésta, con la Batalla
de Pichincha de 1822.
En ese momento puede decirse que ya ha fracasado
totalmente el primitivo proyecto autonomista y comenzó, de modo abierto, uno
nuevo, el proyecto independista.3 Ayala Mora, Enrique
(editor), Nueva Historia del Ecuador, Volumen 6, ''Independencia y período colombiano". Corporación
Editora Nacional, Quito, 1996, p178
Por otra parte, en Quito, al contrario que en Santa
Fe, fue un sacerdote el que publicó los "Derechos del hombre", el
doctor don Miguel Rodríguez, capellán del convento del Carmen Moderno; según se
lee en la documentación este sacerdote. " ... que siempre peroraba con
arrogancia y desverguenza. Hizo publicar una obra titulada Derechos del Hombre extractada de las máximas de Voltaire, Roseau,
Montesquieu y semejantes. Presentó al Congreso las constituciones del estado
republicano de Quito, las que fueron adoptadas, publicadas y juradas ... "109 Valencia Llano,
Alonso. Elites, Burocracia, Clero y Sectores Populares en la Independencia
Quiteña (1809-1812). Procesos,
Revista Ecuatoriana de Historia, No. 3, 1992, Corporación Editora Nacional,
Quito. p.87
Otro factor
externo, lo constituyen las reformas borbónicas, que fueron impuestas por los
borbones en América en el siglo XVIII, las que dieron una nueva distribución
territorial mediante la creación del Virreinato de Nueva Granada en 1717, el
Virreinato de la Plata en 1767, separándolos del Virreinato de Perú. Otro hecho
que provocó descontento, fue que en la Administración Pública se restringió el
acceso a los criollos en puestos de importancia y decisión, se restringió el
comercio entre las colonias, se impuso el monopolio comercial de España
perjudicando el libre comercio al que aspiraban los criollos ricos.
El tercer, y último momento, caracterizado por la
implementación de las reformas fiscales borbónicas en el que aparecen
involucrados todos los sectores sociales. Según O’Phelan, "hay una acumulación de mecanismos de presión
y de malestar de toda la sociedad, es una bomba de tiempo. Son mecanismos de
presión económica que ejercen presión sobre los sectores sociales".128. Garzón: 2017p.83
España en el siglo XVIII tenía un menor desarrollo de
las fuerzas productivas que Inglaterra, en donde se desarrollaba la revolución
industrial, con un mayor empleo de la técnica y tecnología y la maquinización
mecánica de la industria sobre todo en la textil, con el abaratamiento de los
costos de producción, la búsqueda de nuevos mercados para vender la producción
industrial y abastecerse de materia prima, así como la introducción mediante el
contrabando de las mercaderías inglesas. En Inglaterra, y paulatinamente en
Europa se transitaba del capitalismo mercantilista al capitalismo liberal o
liberalismo.
FACTORES INTERNOS
SOCIO-ECONÓMICOS
En la Real
Audiencia de Quito, el sistema colonial impuso una división social basada en lo
racial en función de los estratos sociales, en la que dominaban los blancos,
que eran los peninsulares es decir los españoles nacidos en España; les seguían
en la pirámide social, los criollos hijos de españoles, pero nacidos en
América; y luego los resultantes de las mezclas, en la base de la pirámide se
hallaban los indios y los afrodescendientes.
La sociedad colonial ecuatoriana, como la de toda
Latinoamérica, se originó con la Conquista europea. El plantearlo como dato
inicial no alude solamente a una serie de acontecimientos que tuvieron lugar en
el siglo XVI, sino a su resultado permanente: la coexistencia de un grupo de
“dominadores” y otro de “dominados”. A partir de la Conquista, la inequidad ha
sido característica esencial de las sociedades latinoamericanas, sin la cual no
es posible comprenderlas. Desde entonces hasta el presente, América Latina se
ha mantenido si no como una de las regiones más pobres del planeta, ciertamente
como la más inequitativa. Dadas las peculiares condiciones de su origen, la
inequidad latinoamericana no es solamente económica, social y cultural, sino
también racial: en términos generales, mientras más claro sea el color de la
piel, por la ascendencia europea, la persona o el grupo tienen mayores
posibilidades de ocupar un puesto elevado en la escala social.
Concomitantemente, mientras más obscura sea la piel, por el origen indio o
negro, más baja tiende a ser la posición socioeconómica y cultural de una
persona o grupo dados.
En
todo caso, esa situación de desigualdad social se mantenía plenamente vigente a
fines de la época Colonial. Si acaso, los intentos de abrir ciertas vías de
movilidad social propiciados por el Gobierno colonial habían provocado, como
reacción, el fortalecimiento de los valores señoriales de las clases
dirigentes. Landázuri Camacho, Carlos. Antecedentes y Desarrollo de la Independencia
Ecuatoriana. Paper Universitario, Universidad Andina.
En la
Economía en Europa se transita en la Edad Moderna, a partir del siglo XVI a un
nuevo tipo de formación socio-económica, la del capitalismo mercantilista que
se prolonga hasta aproximadamente 1750.
De acuerdo
con las ideas mercantilistas, la acumulación de
metales preciosos era la base de la riqueza de las naciones, por lo que
debía buscarse la expansión económica a partir del fomento del comercio
exterior y de la obtención de una balanza comercial favorable. Convenía
fomentar las exportaciones de bienes terminados y limitar las de metales
preciosos, así como restringir las importaciones de bienes necesarios y
materias primas.
Es importante señalar que no se trata del estudio de ideas en abstracto,
sino de ideas que fueron llevadas a la praxis a través de la política económica
de los Estados. Es decir, el mercantilismo no es una corriente teórica, sino
que bajo ese nombre se agrupan las distintas políticas económicas que llevaron
a cabo los Estados desde el siglo XVI hasta el XVIII. Martínez López-Cano, Ma. del Pilar y
Ludlow,Leonor (coords ) Historia del pensamiento económico: del mercantilismo al liberalismo,
México, IIH-VNAMI Instituto Mora, 2007. Reseñas
http://www.scielo.org.mx/pdf/alhe/n30/n30a6.pdf
A partir del siglo XVI, el desarrollo económico
europeo propició la aparición de la doctrina mercantilista, entendida como el enriquecimiento de
las naciones mediante la
acumulación de metales preciosos como la manera efectiva de lograr el
enriquecimiento del Estado. Como hemos visto, fue la explotación de
América y África la que propició tal desarrollo.
La acumulación de los metales preciosos con que se hacía el dinero fue
común en el mundo. Durante la edad media la búsqueda de la riqueza y del poder
por la iglesia, los reyes y los señores feudales iba vinculada a dicha
acumulación. La circulación de bienes o mercancías, esencia de la actividad
económica, tenía como única finalidad la acumulación del dinero.
La búsqueda
de oro en tierras lejanas es la forma específica que primero tomó la expansión
comercial. La era mercantilista demostró lo positivo del uso productivo del
dinero que provocó el fin de la economía feudal. El comercio dependía de la
abundancia de dinero: cuando el dinero escasea, el comercio es flojo; cuando el
dinero abunda, el comercio se desarrolla, tales son las premisas que sustenta
al mercantilismo.
Hay que hacer énfasis en que el mercantilismo se da en
el contexto en que las monarquías absolutistas tienen un papel
protagónico en el proceso comercial (centralismo estatal), siendo altamente
proteccionista, por lo que promulgaron leyes a favor del capitalismo
mercantilista.
La intervención del estado era una parte esencial de
la doctrina mercantilista, los que tenían a su cargo las funciones del gobierno
aceptaban las nociones mercantilistas y ajustaban su política a ellas, porque
en ellas veían los medios de fortalecer a los estados absolutistas tanto contra
los rivales extranjeros como contra los restos medievales internos.
El desarrollo de la manufactura y los inicios de la
industrialización, aunado a la crítica ilustrada al centralismo estatal
terminarían con los últimos reductos del mercantilismo.
En Europa se produce este
fenómeno económico que produce la primera acumulación de capital, sumado a la
expansión del colonialismo que explotaba a América, y negociaba con la
esclavitud de los africanos.
En las colonias españolas,
se extraía el oro y la plata, así como se explotaba a la población autóctona, a
los esclavos afrodescendientes y a los mestizos pobres. Se instituyeron varios
mecanismos de explotación económica como las encomiendas, las estancias, las
mitas, los obrajes, los batanes, la extracción minera, los que tenían un
reducido empleo de la tecnología ya que se contaba con abundante mano de obra
barata, además de que a la población se le cobraba tributos, diezmos. Razón por
la que el desarrollo económico de las colonias era menor al europeo. Además de
que España mantuvo el monopolio del comercio exterior. Sin embargo, España a
pesar del ingente ingreso del oro, plata y de la explotación de América, tenía
un menor desarrollo económico que Inglaterra y Francia.
Como
consecuencia negativa de este entramado mercantil en la introducción de bienes
de consumo extranjeros, se produjo un saldo negativo en la balanza de pagos
española al exceder por norma general las importaciones respecto a las
exportaciones. La balanza negativa comercial y la lenta modernización de los
sectores manufactureros textiles en España en el siglo XVIII con certeza
contribuyeron al crecimiento poco dinámico y competitivo de la economía
española de esta época.
Dirigentes gubernamentales y ministros ilustrados editaron y promulgaron medidas mercantiles basadas, sobre todo, en el proteccionismo industrial y la prohibición de entrada de productos extranjeros. El objetivo era, estérilmente, estimular las industrias y producción nacionales, además del consumo de bienes nacionales mediante un férreo control del consumo. El resultado de tales medidas tuvo efectos contrarios a los deseados, puesto que, para el caso textil, el uso y adquisición de bienes extranjeros, como pudieran ser los indianos –algodones, lanas y sedas, entre otros bienes–, estaban entre las principales prohibiciones. Sin embargo, la promulgación de estas medidas tuvo efectos opuestos ya que no evitó que tanto comerciantes como consumidores adquiriesen los productos americanos tan deseados por la sociedad del siglo XVIII, provocando que su consumo aumentara, al igual que el comercio ilegal o contrabando (Riello, 2013). Los deseos de estimular la producción nacional, así como las industrias y los pequeños talleres artesanales, quedaron en una aspiración utópica esgrimida, principalmente, por intelectuales y ministros ilustrados. Pérez-García, Manuel. Mercados Globales de la América Española: Pérez-García, Manuel . El Comercio de Lana Vicuña y Grana Cochinilla En el Siglo XVIII. http://www.scielo.org.mx/pdf/alhe/v23n1/2007-3496-alhe-23-01-00184.pdf
FACTORES SUBJETIVOS
FILOSÓFICOS, IDEOLÓGICOS
En América paulatinamente se construía un
pensamiento que analizaba sus particularidades propias de desarrollo, que
reflexionaba sobre su identidad propia, identidad que le proporcionaba su
naturaleza, su entorno social dominado por los chapetones, que criticaba al
pensamiento europeo que menospreciaba al americano, que luchaba por conseguir
su autonomía y luego su independencia de los colonizadores europeos, pensamiento
que se concentraba en las universidades, en los criollos ilustrados, que
adaptaban a la Ilustración y Enciclopedia Europea a las circunstancias de
América.
En esta lucha, empiezan a participar los mestizos, que
se comprometen con los terratenientes criollos, en demanda de participación
política. Esto trajo como consecuencia, la exacerbación de los métodos de
control colonial, expresados en la rigidez del sistema de castas, que definió
la exclusión de los criollos y de los mestizos, razón por la que pasarán a
convertirse paulatinamente en actores principales de los proyectos de
emancipación política, que se darán con fuerza en el siglo XVIII y XIX.
La
Ilustración, con su antropocentrismo, racionalismo y decidida actitud crítica,
en especial de la Iglesia y de la organización social y política, era
potencialmente revolucionaria en todo el Occidente cristiano. Sin embargo, en
el caso de Hispanoamérica cabe destacar que el nuevo movimiento intelectual
estuvo cercanamente vinculado a la alta burocracia colonial, el clero, las
universidades, las élites criollas, sectores que solo en un cierto sentido
podrían corresponder a la emergente burguesía de Francia e Inglaterra, los
países que lideraron el movimiento Ilustrado en Europa. En Hispanoamérica, más
que en el Viejo Mundo, la Ilustración era una revolución “desde arriba”, es
decir, de las élites, por lo cual adopta un carácter más bien moderado,
reformista, que por lo general se mueve dentro de un contexto de lealtad con el
sistema imperial.17
En
el caso ecuatoriano, se ha dicho que la Ilustración comienza entre 1725 y 1750
y que termina con la Constitución del Estado de Quito, en 1812, aunque bien se
podría argumentar que posteriormente vuelve a “llegar al poder”, en la
presidencia de Vicente Rocafuerte (1835-1839). En todo caso, a partir de 1750
va decayendo el entusiasmo oficial por los proyectos Ilustrados, lo cual va a
producir una brecha creciente entre la nueva visión del mundo y la antigua.
Para 1780, «ya no es posible encontrar en Quito un camino paralelo entre los
ideales, el pensamiento y la cosmovisión de la Ilustración y los del antiguo
Régimen.»16 Landázuri Camacho, Carlos, Ibídem,
p.11
EUGENIO
CHUZIG ALDÁZ PREDECESOR DE LA INDEPENDENCIA
Eugenio Chuzig Aldáz, el genial duende, más conocido como Eugenio de Santa Cruz y Espejo fue un hombre quiteño adelantado a su tiempo y época tanto en su pensamiento científico, médico, así como en su rol de Precursor de la Independencia, que acuñó con su ímpetu de luchador ferviente nuevos días para el devenir de la aurora libertaria, a la que tanto iluminó este duende inasible. Por su labor de pensador ilustrado y por su práctica política fue procesado por las autoridades de la Real Audiencia de Quito.
Mural de Eduardo Kingman en la Cima de la Libertad.
Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Kingman#/media/Archivo:Militar_la_Cima_de_la_Libertad_(exterior)_pic.a103.jpg
Concretándonos
ya al caso ecuatoriano, comencemos por anotar que el principal Ilustrado del
país fue el doctor Eugenio de Santa Cruz y Espejo (1747-1795), hijo de un
indígena y una mulata, caso excepcional en Hispanoamérica. Como podía
esperarse, su origen socio-racial le causó muchos sinsabores a lo largo de su
vida, e hizo que su posición fuera notablemente más democratizante de lo que
era común entre otros Ilustrados. Sin embargo, para entender la posición social
de Espejo, es necesario tener en cuenta que su familia, gracias al trabajo de
su padre como médico y cirujano, había dejado de ser pobre y tenía, por
ejemplo, casa propia en Quito. Como lo anota un académico de la segunda mitad
del siglo XX, «Espejo es un desclasado que se siente orgulloso de su origen
humilde, pero también no menos orgulloso de su ascenso social. Es mestizo, pero
se siente también “español americano”, es decir “blanco”.» Y más adelante:
«Espejo, proveniente de lo que en general era considerado como “plebe”, optó
ideológicamente por una posición que lo aproximaba a lo que podríamos
considerar la fracción “progresista” de la clase terrateniente de la época.»18
Espejo
estudió filosofía en la Universidad de San Gregorio, de los jesuitas, y luego
medicina y posteriormente derecho en la de Santo Tomás de Aquino, de los
dominicos. Aparte de los títulos académicos que obtuvo en cada una de esas
disciplinas, fue un lector incansable, lo mismo en castellano que en latín y
francés. Llegó a conocer a profundidad el pensamiento europeo contemporáneo y
él mismo fue un Ilustrado. Fue uno de los proponentes y fundadores de la
«Sociedad Económica de Amigos del País» (1791-1792), creada siguiendo el modelo
de las que se habían establecido en España, aunque poco tiempo después el
Gobierno ordenó su clausura. Landázuri,
Ídem, p.12
Cabe
anotar que el carácter de Espejo como precursor de la Independencia ha sido
discutido. La duda sobre el alcance de su pensamiento se origina en buena parte
en sus propias obras y alegatos, que no lo suelen expresar en forma diáfana, ya
que con frecuencia fueron escritos con un estilo enigmático, lleno de ironía y
sarcasmo, por lo que pueden ser entendidos en más de un sentido. Esa forma de
escribir, que Espejo seguramente adoptó para protegerse de las autoridades y de
sus numerosos enemigos, permite, por ejemplo, que algunos acepten sus
declaraciones de fidelidad al rey en su sentido literal mientras otros las
entiendan en un sentido irónico. Curiosamente, las interpretaciones de Espejo
como precursor de la Independencia se basan, en parte, en las acusaciones de
las autoridades, sus enemigos y el establishment,
mientras que las que le niegan ese carácter muchas veces se apoyan en los
alegatos con que él mismo se defendía, o en la defensa que de él hicieron sus
amigos, por ejemplo, su hermana Manuela, quien hasta varios años después de la
muerte de Eugenio argumentará su inocencia. Actualmente, hay un consenso cada vez más amplio entre los
historiadores más serios sobre la naturaleza indudablemente Ilustrada y
revolucionaria del pensamiento de Espejo.19 También hay que tener en cuenta
que la mayoría de los escritos de Espejo permanecieron inéditos durante la vida
de su autor, aunque circularon en copias manuscritas, y fueron publicados por
primera vez por Federico GONZÁLEZ SUÁREZ y Homero VITERI LAFRONTE en las
primeras décadas del siglo XX. (Landázuri,
Ídem, p.13)
Así,
junto con Maldonado en lo geográfico y Espejo en lo científico, social y
político, forma un trío de primera categoría que da testimonio vital de una
nueva conciencia «nacional», que no podía dejar de llevar a la Independencia.
Aunque quizá ellos mismos no lo hayan asumido así, fueron a plenitud y en un
sentido profundo, precursores de la independencia de su patria. Ídem, p.18
Quizás
está por demás destacar la importancia que en el movimiento ilustrado tuvo
Eugenio de Santa Cruz y Espejo, ya que es suficientemente conocida. Sin
embargo, es necesario dejar en claro que alrededor de su figura se juntaron
prácticamente todas las personas que participarán de una u otra manera en el
movimiento independentista. La importancia de esto radicó en que se
relacionaron una serie de individuos que pudieron construir un proyecto común,
y que estas relaciones superaron el ámbito local en la medida en que de la
"Escuela de la Concordia" formaron parte algunos de los precursores
de la independencia colombiana como Nariño y Zea.22. (Valencia Llano, Alonso, p.63)
SIGLO XIX
Se difunde a nivel mundial
el sistema del capitalismo que se transforma en capitalismo liberal o
liberalismo, se realizan a nivel internacional las revoluciones burguesas -que tienen como inicio a la Revolución Francesa de 1789- muchas de las cuales adoptan el sistema republicano de gobierno.
Inglaterra busca afianzar
en el mundo nuevos mercados para abastecerse de materias primas y para vender
sus productos industrializados. Estados Unidos desarrolla también la revolución
industrial, se produce la guerra civil entre el norte industrializado y el sur,
que mantenía grandes plantaciones sobre todo de algodón en las que imperaba la
explotación de la mano de obra esclava de los afrodescendientes, el norte
industrializado vence, el liberalismo o capitalismo liberal se impone.
En América, en las colonias de España sobre
todo la producción textil inglesa se introduce mediante el contrabando, la
producción local no puede competir con los productos ingleses industrializados,
así como al monopolio español del comercio exterior y a la prohibición del
comercio entre sus colonias.
En Europa se imponen las
tropas francesas de Napoleón que anexa a la mayoría de los países, España es
invadida, se obliga al monarca Carlos IV a ceder a Napoleón su corona, se
impone como rey de España a su hermano José Bonaparte. Fernando constituyó la
Junta Suprema de Gobierno que colabora con los franceses, el poder es
traspasado al Consejo de Castilla. Debido a la resistencia y a los sucesivos
levantamientos del pueblo español, se crean en el territorio peninsular Juntas
de Gobierno, por lo que se instala la Junta Suprema Central que inicialmente se
asienta en Aranjuez y luego se traslada a Sevilla, se convoca a la Comisión de
Cortes en la que participarán delegados de las colonias de América, más tarde
se instituye el Consejo de Regencia al que se trasladó el poder. Fernando VII
colabora con el Poder francés, se lo considera que es un monarca secuestrado,
por lo que la soberanía se la traslada al pueblo, la que es la tesis de los
liberales, que son partidarios de una transformación de la monarquía absoluta
en una Constitucional.
Como reacción a la conformación de las Juntas
de Gobierno en España, se conforman una serie de juntas en sus colonias, que
organizan administraciones autónomas imbuidas por las circunstancias todavía
dentro del marco de fidelidad al soberano,
…casi
todos los americanos cerraron filas en torno de Fernando VII, “el rey deseado”,
a quien se le habían tributado ceremonias de jura de fidelidad en buena parte
de las jurisdicciones indianas. La atención se centró desde entonces en la
respuesta que daban las provincias de la Península frente a la “usurpación” de
la nueva familia monárquica y en la nueva situación en que quedarían las
provincias americanas.
Por la otra parte,
la eclosión juntera que acaeció en muchas provincias peninsulares polarizó la
respuesta que podrían dar las americanas frente a la crisis política y abrió
nuevas expectativas al ofrecerles un lugar en la Suprema Junta que se formó en
la Península. En: Actas de formación de juntas y declaraciones de independencia (1809-1822), Reales Audiencias de Quito, Caracas y Santa Fe, Tomo I, Editores: Quintero Montiel, Inés, Martínez Garnica,
Armando, Colección Bicentenario.
Al igual que la
Junta Suprema de España, la de Quito había nacido “sólo de las circunstancias
del convenio de los pueblos, y del sufragio de las demás juntas”, en una
circunstancia excepcional que no había previsto la legislación de la Monarquía.
La “reasunción del poder supremo” por las juntas peninsulares y la de Quito
había sido la respuesta general ante la vacancia del trono por efecto de la
invasión francesa, (Ibídem, p.33)
El 10 de Agosto de 1809 mediante una acción armada se cesa en sus
funciones al Presidente de la Real Audiencia de Quito, se instituye la Junta Suprema
de Quito, la que declarativamente mantiene la fidelidad al soberano cautivo de
los franceses.
Nos, los infrascritos diputados del pueblo, atendidas
las presentes críticas circunstancias de la nación, declaramos solemnemente
haber cesado en sus funciones los magistrados actuales de esta capital y sus
provincias. Ibídem, p.227
… Declaramos que los antedichos individuos unidos con los representantes
de los Cabildos de las provincias sujetas actualmente a esta gobernación y las
que se unieren voluntariamente a ella en lo sucesivo, como son Guayaquil,
Popayán, Pasto, Barbacoas y Panamá, que ahora dependen de los Virreinatos de
Lima, y Santa Fe, las cuales se procura atraer compondrán una Junta Suprema que
gobierne interinamente a nombre, y como representante de nuestro legítimo
soberano, el señor Don Fernando Séptimo, y mientras su Majestad recupere la
Península, o viene a imperar.
…
La Junta como representante del Monarca, tendrá el tratamiento de Majestad: su
Presidente de Alteza Serenísima, y sus Vocales el de Excelencia, menos el
Secretario Particular, a quien se le dará el de Señoría. Ibídem, p.228
Efemérides
del 10 de Agosto de 1809. René Alejandro Gutiérrez
El Manifiesto de la Junta de Quito al Público, es más
radical en sus declaraciones, ya que plantea defender la libertad e
independencia:
El
Pueblo, que conoce sus derechos, que para defender su libertad e independencia
ha separado del mando a los intrusos y está con las armas en las manos,
resuelto a morir o vencer, no reconoce más juez que a Dios; a nadie satisface
por obligación, pero lo debe hacer por honor. En esta inteligencia, el de Quito
da al mundo entero satisfacción de su conducta tocante a los acontecimientos
públicos del día. El conde Ruiz de Castilla, que ha sido su presidente, es un
hombre absolutamente inepto para el gobierno, vive enfermo de por vida; su edad
la de setenta y cinco años y tiene la decrepitud de ciento. No ha gobernado a
nadie, y se ha dejado gobernar despóticamente de cuantos han querido, como lo
podría ser un niño de cuatro años. Ya se deja comprender de aquí el abandono en
que ha estado este Reino, verdaderamente anárquico. Desde la desgracia del rey,
en que ha sido el peligro tan urgente, no se ha visto otra cosa que un descuido
vergonzoso, una apatía humillante y un desprecio criminal de los derechos
No
se nos ha tenido por hombres sino por bestias de carga, destinados a soportar
el yugo que se nos quería imponer. Colección Bicentenario p.132-136
Monumento a la Independencia. Plaza Grande. Quito
Representación de la Firma del Acta de la Independencia, en la Sala Capitular de San Agustín, en la placa suroriente, en la base del monumento a la Independencia en la Plaza Grande de Quito.
Imagen
tomada de:
https://losladrillosdequito.blogspot.com/2017/05/monumento-los-heroes-del-10-de-agosto.html
Sala Capitular de San Agustín
El movimiento señaló una alianza de la élite criolla,
la intelectualidad, el clero y el ejército, en la que existieron intereses tanto de grupo como personales,
intereses que se hicieron visibles en la instalación de la Junta Soberana. Existía, además, un
deseo generalizando por convertir a Quito en una región autónoma, frente a los
Virreinatos vecinos, lo que interesaba por igual a todos los sectores.
En el fondo, como ya se señaló, estaba el
proyecto autonomista que se había fraguado durante el siglo XVIII, el cual
permitió la unión de una serie de ambiciones personales, de familia y de grupos
con diferentes intereses económicos o políticos, en tanto que se trataba de
crear una región económica con un gobierno autónomo representado en una
Capitanía General, dependiente únicamente de la Corona.
Sin
embargo, no fue la idea independentista la que permitió que diversos sectores
sociales lograran identificar intereses comunes y se embarcaran en una empresa
que condujo, a largo plazo, a la independencia y al surgimiento del estado
republicano. Lo que facilitó la convergencia revolucionaria fue la necesidad
que teman las élites quiteñas de construir un espacio de dominio económico y
social autónomo, en el cual no tuvieran ingerencia otros gobiernos coloniales,
pero sí dependiente de la metrópoli.
Lo
anterior explica que el movimiento del 10 de agosto no fuera planteado como un
movimiento de independencia ya que se trató básicamente, de reemplazar la
cúpula del poder colonial con elementos de la nobleza quiteña, que, sin
embargo, seguían haciendo manifestación de obediencia y acatamiento al soberano
español. Valencia Llano, Alonso. Elites, Burocracia, Clero y
Sectores Populares en la Independencia Quiteña (1809-1812). Procesos,
Revista Ecuatoriana de Historia, No. 3, 1992, Corporación Editora Nacional,
Quito
La Junta Suprema de Quito, tuvo
una vida efímera, ya que el 12 de octubre de 1809 Juan Pío Montúfar, renuncia a
la Presidencia, entregando el poder al criollo realista Juan José Guerrero y Mateu, conde de Selva Florida,
quien a su vez negocia la restauración en el poder del defenestrado por la
Junta de Quito, el Conde Ruíz de Castilla que asumió de nuevo el mando de la
Real Audiencia de Quito, el 29 de octubre, en las negociaciones se pactó que no
se darían represalias a los insubordinados, el mismo que no se cumplió dada la
llegada de las tropas enviadas a sofocar la rebelión por el Virrey del Perú-José
Fernando de Abascal y Sousa.
El golpe cívico- militar del 10 de agosto de 1809, no tuvo el respaldo de las
demás ciudades de la Real Audiencia de Quito, entre ellos el Gobernador de
Cuenca- Melchor Aymerich (en contra del cual luchara Sucre en la Batalla de
Pichincha), así como de los gobernadores de Guayaquil, Pasto, Popayán.
Esas autoridades realistas americanas tenían que oponerse a los quiteños, en primer lugar, porque estaban defendiendo sus propios cargos, su estilo de vida y su razón de ser. No podían aceptar la teoría política que utilizaron los primeros juntistas, tanto en España como en América, de que en ausencia del rey legítimo sus antiguos representantes ya no representaban a nadie, y por lo tanto ya no tenían ninguna autoridad válida. Tampoco les resultaba aceptable aquello de que en ausencia del rey la soberanía regresaba al pueblo. Landázuri
El teniente coronel Manuel Arredondo, al mando de las tropas enviadas desde el Perú, disolvió a la Junta Suprema de Quito, y comenzó una enconada persecución y encarcelamiento en contra de los protagonistas y participantes de dicha Junta. Los encarcelamientos, y posteriores juicios se dieron en contra de los autonomistas quiteños.
A partir del 2 de agosto de 1810 la
participación de las masas en favor de la independencia es más notoria. En esa
fecha se intentó liberar a los patriotas presos en acción efectuada por algunos
negros, la que tuvo, al menos, dos móviles detectados: el ofrecimiento de la
libertad para algunos esclavos participantes y el pago en dinero para otros.
123 El intento de liberar a los revolucionarios presos produjo la muerte de la
mayoría de ellos en manos de las tropas realistas. Esto llevó a que se
radicalizara la participación popular, lo que se tradujo en una serie de
ataques perpetuados individualmente por grupos de carniceros, o en forma masiva
en los barrios populares -barricadas en San Roque y en San Blas, para citar
algunos casos. Valencia Llano, Alonso, p.91.
Dada la magnitud de la represión, el levantamiento de los barrios de
Quito, así como la designación de Carlos Montúfar como Comisionado Regio para
investigar los acontecimientos ocurridos, provocó que el 4 de agosto de 1810, se
reúna el pleno de la Real Audiencia, que detuvo la persecución, se les restituyan
los derechos civiles y económicos a los implicados, enviar de regreso a las
tropas de Arredondo.
El
comisionado, en cumplimiento de sus instrucciones, apoyó la creación de una Junta Superior de Gobierno,
subordinada al Consejo de Regencia, que comenzó a funcionar el 22 de septiembre
de 1810, con Ruiz de Castilla como presidente, Selva Alegre como
vicepresidente, el obispo y el comisionado como vocales natos, un vocal por el
cabildo
secular, otro por
el catedralicio, dos por el clero, dos por la nobleza y uno por cada uno de los
cinco barrios de la ciudad. Posteriormente Ruiz de Castilla se vería obligado a
dejar la presidencia, que sería ocupada por el obispo Cuero y Caicedo.
El Consejo de
Regencia reconoció a esta segunda Junta quiteña, pero las autoridades
americanas como el virrey del Perú y los gobernadores de las otras provincias
de la Audiencia la rechazaron porque comprendían que era una reencarnación de
la primera. Pero había una diferencia: la nueva Junta había superado la
ingenuidad de la primera y sabía que la reacción realista se le vendría encima,
por lo que organizó un ejército para defenderse.
Al principio, la
suerte de las armas correspondió a los quiteños. Carlos Montúfar derrotó a los
realistas en Alausí y estuvo a punto de tomarse Cuenca, en la Sierra sur. Su
tío, Pedro Montúfar, avanzó en triunfo hasta Popayán, en el norte de la
Audiencia. Otro pequeño contingente, al mando del inglés William B. Stevenson,
quien había llegado a Quito como secretario privado de Ruiz de Castilla,
controló Esmeraldas, al occidente, dando a la Junta una salida hacia el océano
Pacífico.
El 4 de diciembre
de 1811 se instaló un «Soberano Congreso de Quito» compuesto por 18 miembros
que representaban a los distintos estamentos de la capital y a algunas de las
ciudades bajo su control. Ese Congreso declaró la independencia de España (11
de diciembre) y promulgó una Constitución llamada «Pacto Solemne de Sociedad y
Unión entre las Provincias que forman el Estado de Quito» (15 de febrero de
1812), si bien todavía se seguía reconociendo a Fernando VII como soberano.
Pero tanto la lucha
armada como las deliberaciones del congreso fueron ahondando las divisiones
entre los patriotas y pronto se conformaron dos grupos antagónicos. El de los
moderados (o «montufaristas», pues seguían a los Montúfares) aceptaba ya la independencia
de España, pero quería conservar el sistema monárquico, seguía valorando la
fidelidad a Fernando VII y, en general, perseguía los mismos objetivos de 1809.
El de los radicales (o «sanchistas», pues se agrupaban en torno a Jacinto
Sánchez de Orellana, marqués de Villa Orellana) exigía la independencia total
de España y de sus reyes y propugnaba un sistema republicano de gobierno. La
pugna entre los dos grupos debilitó al movimiento, que al final no pudo
resistir el contraataque realista.
La
reacción realista fue primero encabezada por Joaquín Molina, nombrado
Presidente de Quito (noviembre de 1810 – junio de 1812) por la Regencia, en
reemplazo de Ruiz de Castilla. Si bien en su período los realistas recuperaron
Esmeraldas (mayo de 1811), Molina no pudo recuperar la capital y gobernó desde
Cuenca. Fue substituido por el mariscal de campo Toribio Montes, también
nombrado por la Regencia. Su llegada, con nuevos refuerzos desde el Perú,
coincidió con el debilitamiento interno de la Junta de Quito, que ya no pudo
parar su avance, pese a su decidida resistencia. El ejército realista entró en
Quito el 8 de noviembre de 1812. Landázuri, p.33-34.
Así pues, los miembros de la junta de Quito se negaron a reconocer la legitimidad de la soberanía de la asamblea española sobre el conjunto del imperio; y esta ruptura con España volvió a plantear un problema ya presente al comienzo de la crisis: disueltos los vínculos coloniales, ¿qué derecho quedaba a Quito para reivindicar la soberanía sobre la totalidad de los territorios de la Audiencia? La desaparición de las autoridades coloniales había provocado, cierto, la fragmentación de las correspondientes jerarquías antiguas, otorgando así a cada
ciudad
idéntico derecho al de la antigua capital a ejercer su soberanía y declararse
independiente. Por eso tocaba a Quito convencerlas de que la independencia
singular de las provincias sería difícilmente viable, mientras que el sistema
de junta —en tanto que asamblea que reunía a los representantes de las diversas
provincias, según el modelo de la Junta Central— haría posible la integración
sin la dependencia. Morelli, Federica, p. 136-137
La junta quiteña de 1810 no es por lo tanto la simple continuación de la
de 1809. Si esta última había intentado reafirmar su supremacía sobre el
territorio de la Audiencia y anexar a ésta unos territorios que habrían podido
contribuir a su recuperación económica, la de 1810 se constituye con un
objetivo diferente: intentar reconstruir un territorio que, a causa de la
crisis de 1808 y de los acontecimientos peninsulares y de las regiones
cercanas, se estaba fragmentando. Contrariamente a 1809, hacia el final de 1810
los quiteños se dan cuenta de que la unidad política del antiguo territorio de
la Audiencia es algo imposible e intentan por lo tanto reconstruir un
territorio a partir del acuerdo de los sujetos que se habían apropiado de la
soberanía: las ciudades provinciales. Este territorio ya no coincide con el
antiguo espacio colonial sino es algo diferente, ya que las provincias de
Cuenca y Guayaquil quedan excluidas. Morelli, Federica, p.138
La Constitución Quiteña de 1812 instituye el Estado de
Quito, el que tendrá independencia, si bien es declarativo referente a la
fidelidad al monarca en el Art. 5
Art. 1.- Las ocho Provincias libres representadas en
este Congreso, y unidas indisolublemente
desde
ahora mas que nunca, formaran para siempre el Estado de Quito como sus partes integrantes,
sin que por ningún motivo ni pretexto puedan separarse de el, ni agregarse a
otros Estados, quedando garantes de esta unión unas Provincias respecto de
otras: debiéndose entender lo mismo respecto de las demás Provincias vinculadas
políticamente a este Cuerpo luego que hayan recobrado la libertad civil de que
se hallan privadas al presente por la opresión y la violencia, las cuales
deberán ratificar estos artículos sancionados para su beneficio y utilidad
común.
Art. 2.- El Estado de Quito es, y será independiente
de otro Estado y Gobierno en cuanto a su
administración
y economía interior reservándola a la disposición y acuerdo del Congreso
General todo lo que tiene trascendencia al interés público de toda la América,
o de los Estados de ella que quieran confederarse.
Art.
3.- La forma de Gobierno del Estado de Quito será siempre popular y representativa.
Art.
5.- En prueba de su antiguo amor, y fidelidad constante a las personas de sus
pasados Reyes; protesta este Estado que reconoce y reconoce por su Monarca al
señor don Fernando Séptimo, siempre que libre de la dominación francesa y
seguro de cualquier influjo de amistad, o parentesco con el Tirano de la Europa
pueda reinar, sin perjuicio de esta Constitución.
Constitución Quiteña del Año 1812. Decreto Legislativo No. 000. RO/ 000 de 1 de enero de
1812. En: El Telégrafo, banners, 2012, Recuperado de https://www.eltelegrafo.com.ec/images/eltelegrafo/banners/2012/constitucion-quito-1812.pdf
CONSECUENCIAS DE LAS JUNTAS DE QUITO
La instauración cívico militar del 10 de agosto de 1809, y de 1812, proyectos concebidos por las élites quiteñas al principio como autonomistas, manteniendo la relación de dependencia de España; posteriormente como consecuencia de la radicalización de las capas medias y de la participación popular, contribuyeron a crear una postura de reducción de la subordinación, que años más tarde con el influjo de las campañas libertarias en el norte por Bolívar, y en el sur por San Martín, motivarían las campañas por la Independencia en la Real Audiencia de Quito.
Las consecuencias de estos dos proyectos, sobre todo el relacionado con la masacre del 2 de agosto de 1810, influyeron en el desarrollo de nuevos acontecimientos socio-económicos y políticos, que contribuirían años más tarde a que continúe el proceso de independencia.
Quito perdió de golpe gran parte de sus líderes y toda Hispanoamérica se conmovió ante la tragedia. Simón Bolívar, al decretar la «guerra a muerte» contra España, la justificará como respuesta a los crímenes que el Gobierno colonial cometió en Quito. Y el cabildo independiente de Valparaíso, Chile, colocará en el faro del puerto una placa dedicada a Quito, «Luz de América». Landázuri, p. 33
En el «Manifiesto a las naciones del mundo sobre la Guerra a Muerte», Bolívar hace referencia directa a los sucesos quiteños de 1810 para justificar la guerra a muerte contra los españoles: En los muros sangrientos de Quito fue donde la España, la primera despedazó los derechos de la naturaleza y de las naciones. Desde aquel momento del año de 1810 en que corrió la sangre de los Quirogas, Salinas, etc., nos armaron con la espada de las represalias para vengar aquellas sobre todos los españoles. El lazo de las gentes estaba cortado por ellos; y por este solo primer atentado, la culpa de los crímenes y las desgracias que han seguido, debe recaer sobre los primeros infractores (4).
Como demuestra el Pacto de 1812, el objetivo de los quiteños no era un simple retorno al pasado colonial. La crisis había ofrecido a los criollos la posibilidad de adquirir una amplia autonomía política a la que habían siempre aspirado. Sin embargo, los proyectos políticos que se proponen no hacen referencia al antiguo modelo «federativo» de las monarquías compuestas sino contienen algunos elementos de novedad, como el constitucionalismo, la representación política, la separación de poderes y el republicanismo. Morelli, Federica, p. 139
INTERESES DE LOS PARTICIPANTES EN LA INDEPENDENCIA
El proceso de la
Independencia fue complejo, por un lado, actuaron los indígenas, los mestizos y
afrodescendientes que se rebelaban en contra de la opresión y explotación
colonial de: los chapetones o peninsulares, de los criollos ricos, de las
imposiciones económicas de la iglesia, cada uno de estos protagonistas tienen
diferentes intereses, los que los hacen actuar ya sea a favor de la
independencia o, de la mantención del poder español.
LAS CLASES DOMINANTES
LOS ESPAÑOLES
PENINSULARES
Los españoles
peninsulares defendían los intereses de la Corona Española, es decir seguir
usufructuando económicamente de los recursos de sus colonias en América, la
extracción de oro y plata, la explotación a la población indígena y luego a la
negra en encomiendas, estancias, obrajes, batanes, mitas, minas; así como la
imposición de tributos los que causaron varias rebeliones, como la Rebelión de
los Estancos de 1765, así como las innumerables rebeliones indígenas.
La organización económica de la
sociedad colonial era ineficiente y se basaba en el monopolio público y privado
de la producción y del comercio. La sociedad era jerárquica y se asentaba en el
concepto de castas separadas, que convertía a la pureza de la sangre en la
principal barrera de entrada a la cúspide, es decir, a los cabildos, a los
colegios mayores, a los consulados de comerciantes, a la curia mayor y a la
alta oficialidad del ejército (Garrido, 1993, 30-31). La mayor parte de la
población disfrutaba de pocas libertades: los mestizos vivían en las haciendas
como dependientes y peones o en las fronteras del territorio como colonos, con
escasos o inciertos derechos de propiedad; los indígenas eran considerados
menores de edad y los esclavos se mantenían en un régimen de trabajo
relativamente laxo, alejado del mercado mundial. Kalmanovitz, Salomón, 2008 https://revistas.uexternado.edu.co/index.php/ecoins/article/view/332/8392
LOS CRIOLLOS
Los criollos, los
españoles nacidos en América, explotaban a indígenas, mestizos y negros,
defendían sus intereses políticos, pues no podían ejercer- salvo excepciones,
los principales cargos de la Administración Colonial. Luchaban por desplazar
del gobierno a los peninsulares.
Muchos
criollos ricos, estaban ligados al comercio de exportación ajustados a las
normativas e imposiciones que regulaba la metrópoli, algunos de ellos plegaron
al movimiento de independencia.
Esa política de fomento fue
acompañada de un enorme aumento de la tributación impuesta a otras actividades,
incluidos los diezmos y los márgenes de los monopolios o estancos, lo que llevó
a que los criollos se sintieran atropellados y explotados, con justa razón. La
inconformidad de los criollos aumentó cuando la Corona los excluyó de las
posiciones de mando a las que antes tenían acceso y suspendió la venta de
cargos. Se extendió entonces el sentimiento de que la Corona había renegado del
pacto colonial, que la comprometía tácitamente a consultarles los impuestos, a
permitirles que los evadieran y a aceptar su participación en el gobierno
colonial (Phelan, 1980, 4). Como resultado, algunos criollos se apoyaron en la
teoría legal escolástica que suponía la existencia de un pacto tácito entre el
rey y sus pueblos, mientras que los criollos conservadores se opusieron a las
visiones más modernas de las revoluciones norteamericana y francesa. Por otra
parte, muchos intelectuales criollos bebieron de las fuentes de la Ilustración
y de la economía política (Silva, 2002, 399 y ss.), e hicieron ejercicios
constitucionales modernos, que absorbían algunas enseñanzas importantes de la
revolución norteamericana, así como de la francesa, especialmente en su fase
termidoriana (Urueña, 2007, 62 y 85).
Los criollos comenzaron a cuestionar
la falta de libertad económica y en particular los monopolios de comercio
siguiendo el ejemplo de los colonos angloamericanos, que disfrutaban de un
libre comercio entre las trece colonias y se habían independizado de Inglaterra
en 1776. En las colonias angloamericanas la política comercial contribuyó a
crear un mercado interno de crecientes proporciones, y entre ellas Inglaterra,
que estaba interesada en importar materias primas y exportar manufacturas
porque entendía que así incrementaba la riqueza de todos, lo que hizo posible
el surgimiento de una burguesía comercial rica en Norteamérica.
El movimiento por la Independencia
se puede entender como la aspiración al auto-gobierno de los criollos que
querían entrar a un mundo que se industrializaba, requería materias primas y
prometía una gran prosperidad. Pero, en fin, de cuentas, no sería un proceso
fácil puesto que el legado hispánico sería defendido por otros grupos de la
sociedad criolla, que no sólo incluían a los que se aferraban a sus
privilegios, a la herencia cultural y a la religión, sino también a los
indígenas que habían sido protegidos por la Corona de los abusos de los
criollos, con instituciones como el resguardo, el cabildo indígena y el derecho
indiano que los criollos se aprestaban a desmontar. Kalmanovitz,
Salomón, 2008
En Hispanoamérica el contexto social
era más complicado. En cuanto al alineamiento de las fuerzas, se puede decir
con seguridad que los comerciantes importadores-exportadores –a excepción de
los representantes de las casas comerciales de Cádiz- en su mayoría apoyaban el
movimiento independentista. Así también lo hicieron los terratenientes cuya
producción estaba destinada a mercados extranjeros, como en Venezuela o en el
Río de la Plata y, también los abogados y funcionarios que servían a estos
grupos. Es debatible hasta qué punto estos sectores pueden ser calificados como
“burgueses”, pero al menos se puede aplicar la etiqueta a su objetivo final de ampliar
y profundizar las conexiones con el mercado del Atlántico norte. (Bushnel,
David, 2009, p.287)
La emergencia de la clase criolla
también tuvo profundos efectos en el ámbito de la política. Puesto que los
criollos eran «españoles americanos» y descendían en su mayor parte de los
conquistadores y colonizadores de estas tierras, reclamaban para sí un papel
preponderante en la administración colonial, que en la práctica estaba en manos
de un grupo de burócratas venidos de la península, que tenían como únicos
objetivos mantener la sujeción de estos territorios a la metrópoli y obtener
los mayores ingresos posibles para la corona. Fue así como en las colonias
españolas de América llegó a constituirse un «poder dual», entre una «clase
dominante a medias» -la criolla que controlaba los medios de producción
fundamentales y los más activos circuitos económicos, y una casta burocrática
que actuaba como clase sin serlo, pero que detentaba el poder político en
representación de la clase dominante metropolitana: la de los «chapetones» o
«gachupines».
Esa lucha entre criollos y
chapetones había tenido múltiples ocasiones de manifestarse a lo largo de la
historia colonial, pero en el siglo XVIII alcanzó una virulencia inusitada,
expresada en motines, rebeliones y alzamientos ciudadanos, dirigidos por los
Cabildos - centros del poder criollo - contra el poder colonial radicado en
Virreyes, Audiencias o Capitanes Generales. (Núñez, 1989) en:
https://nuso.org/articulo/la-revolucion-francesa-y-la-independencia-de-america-latina/
La decisión de 1747 no
puede haber tenido mayor efecto de otra forma. No sé explicaría el hecho de la
proclamación del estanco bajo administración estatal, en 1765, causó una de las
más importantes protestas anticoloniales de este período el América, la
rebelión de los barrios de Quito. Esta rebelión demostró la posibilidad de una
alianza entre las élites criollas de Quito, compuestas por comerciantes
hacendados y dueños de trapiche, con los pulperos y con los sectores plebeyos
de consumidores, y un antagonismo contra el monopolio Estatal representado por
los funcionarios reales y comerciantes nativos de la Península Ibérica. Reducir
las causas de la rebelión a una protesta anti- fiscal, es no explicar
adecuadamente la movilización de las clases subalternas.
La imposición del estanco no fue sino el motivo
por expresar los conflictos sociales internos, desde antaño existentes, y que
evidentemente se agudizaron con las medidas fiscales, qué en años ulteriores,
se expresarán de distintos modos y que desembocarán en las movilizaciones
populares de Las Guerras de independencia. No se debe olvidar sin embargo que
el movimiento quiteño permaneció confinado a los límites urbanos y no se dio
alianza alguna entre los Plebeyos de la ciudad y los campesinos indígenas de la
Provincia de Quito. Borchart de
Moreno,Christiana. 1998. La Audiencia de Quito, Aspectos económicos y sociales.
(Siglos XVI-XVIII. Recuperado de: https://digitalrepository.unm.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1148&context=abya_yala
La Real Audiencia de Quito, en el siglo XVIII atravesaba una crisis
económica, debido al cambio de los circuitos comerciales, en los que
predominaban las grandes ferias comerciales en Panamá, pero luego se apertura
la entrada de flotas por el Cabo de Hornos.
En ese sistema,
Panamá era la puerta de ingreso de Sudamérica a través de las ferias de
Portobelo y el tráfico comercial entre ese país y Perú y Chile pasaba
necesariamente frente a las costas quiteñas. Después de la Guerra de Sucesión
de España (tratados de 1713-1715) se permitió el ingreso de buques extranjeros
por la vía del Cabo de Hornos, con lo cual el comercio del Pacífico se fue
desplazando hacia el sur. Posteriormente se suprimieron las ferias de Portobelo
(1737) y el sistema de flotas (1740) y Quito se convirtió probablemente en la
provincia más lejana y aislada de la América española.9
El aludido cambio
de las prácticas comerciales trajo también la creciente importación de textiles
europeos, ahora más baratos debido a la revolución industrial. Eso fue
limitando la posibilidad de que Quito exportara sus telas a otras provincias
sudamericanas, lo cual, a su vez, redujo la producción y la riqueza,
especialmente en la región que hemos llamado la “Sierra Central”. Un solo dato
puede darnos alguna idea de la magnitud de la crisis: La economía serrana, que
durante el siglo XVII tenía un ingreso de más de un millón y medio de pesos
anuales, hacia 1822 producía no más de 200 a 300 mil pesos por año. Y como la
Audiencia no poseía minas de significación, a no ser por la producción aurífera
de Barbacoas, la decadencia de las exportaciones traía aparejada la escasez de
circulante, indispensable para el contacto comercial con Europa y para el
adecuado funcionamiento de toda la economía.10 Landázuri, p.8
LAS CLASES DOMINADAS
LOS
INDÍGENAS
La situación
de los indígenas desde el inicio de la conquista y de la colonia, fue
paupérrima, los explotaron inmisericordemente, les impusieron otra lengua,
religión y costumbres, fueron colocados en la escala más baja de la jerarquía
social impuesta por los colonizadores.
La inconformidad
social se refleja en las rebeliones de los indígenas, sumadas a las de los
mestizos pobres, y a la de los esclavos negros los que constantemente se
levantaban en contra de la opresión que les imponían peninsulares y criollos
ricos, debido a su misérrima situación. Querían liberarse de la: discriminación
socio-económica, situación de pobreza, desmedida explotación.
La mirada indígena sobre la colonización y evangelización “Despojados, perseguidos, masacrados en trabajos forzados, prohibidos de usar nuestras vestimentas e idioma, de practicar nuestra espiritualidad, los pueblos indígenas, sin embargo, resistimos. Conservamos principios y prácticas ancestrales como la reciprocidad y la complementariedad, nuestra identificación con la Madre Tierra, nuestros sistemas propios de trabajo y economía colectivos, de organización social, nuestros sistemas de autoridades y de justicia, nuestra cultura”. “Para invadirnos, someternos, saquearos y diezmarnos, los conquistadores europeos se valieron de dos instrumentos, la cruz y la espada, para imponer su doctrina: un solo dios, un solo rey. Obtuvieron una bula papal que les otorgaba estas tierras con la condición de “evangelizar” a los indígenas (extirpar idolatrías). E inventaron el racismo, el criminal concepto de razas “superiores” e “inferiores”, sustento ideológico de ese y posteriores genocidios”. Fuente: Caucus Latinoamericano ante el Foro Permanente (9 de mayo de 2012), “Declaración acerca de la Doctrina del Descubrimiento”, [en línea] http://alainet.org/active/54689 en: Antecedentes y contexto sociopolítico de los derechos de los pueblos indígenas en América Latina https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37222/S1420521_es.pdf
Recuperado de: https://conversacionsobrehistoria.info/2020/07/27/la-otra-esclavitud-la-historia-oculta-de-indios-y-esclavos/
Los obrajes constituían estrategias de explotación por
cuanto se retenían los
sueldos de los trabajadores y se le propinaban malos
tratos a esto se sumó el mal manejo
y la corrupción en los obrajes. Como evidencia existe
un registro de numerosas cartas
oficiales, investigaciones y órdenes que ilustran las
diversas formas en que los indígenas
eran sometidos a abusos, los mismos que eran forzados
a trabajar jornadas largas y no
eran alimentados adecuadamente y en la mayoría de los
casos morían en los propios
talleres.
“El trabajo de los niños y los golpes eran cosa común en los obrajes”
(Landazuri
Soto 1959; Phelan 1967 en Meier: 1996: 77).
En: Sarabino M. Zoila, 2007, El proceso de constitución de las élites
indígenas en la ciudad de Otavalo. FLACSO
Sede Ecuador.
.... a las condiciones socio-económicas en las que se desenvolvieron las comunidades indígenas; de esta forma, las rebeliones son explicadas como respuestas violentas a este tipo particular de explotación económica. A lo que se suma la agresiva política de los corregidores para imponer a las comunidades caciques mestizos, que eran instrumentos fundamentales en la gestión de sus negocios particulares, entre los cuales el reparto forzoso ocupaba un lugar privilegiado.
En 1771, el corregidor de Latacunga Simón de Fuentes y
Vivero, por mandato virreinal, ordenó al cura del pueblo de San Phelipe
levantar un censo de población indígena. Aunque no era necesaria una
numeración, pues se contaba con los padrones de confesión, se desconocía el
número de párvulos. Por ello, el cura ordenó que el día lunes 13 de abril los
niños indígenas permanecieran en sus casas para facilitar el censo; sin
embargo, los indios Esteban Chingo y Pablo Caisaluisa hicieron correr el rumor
según el cual el censo pretendía aumentar los impuestos a los indios y
quitarles uno de cada dos hijos para llevarlos a repoblar la ciudad de Logroño.
El día del censo, que había sido aplazado para el martes, un número de
aproximadamente 230 indios entre hombres y mujeres, se congregaron en el puente
de La Calera, que unía a Latacunga con la hacienda de Temporalidades e
iniciaron un motín armados con piedras y palos 203.
Para 1778, Juan Josef Villalengua y Marfil, fiscal de
la Audiencia y Protector General, quién había sido designado como juez
visitador y numerador, inició su labor en el pueblo de Guano, corregimiento de
Riobamba. El primer día de septiembre, Villalengua fue invitado por algunos
vecinos de honor a la hacienda Elén para agasajarlo; entre los asistentes se
encontraba el corregidor, el vicario, el maestre de campo, el oidor y varios
hacendados del pueblo. Los indios y mestizos residentes cerca a la hacienda se
enteraron de la presencia del visitador y se reunieron para comentar el asunto
del cobro de impuestos y la esclavitud a los hijos. Los gritos, bocinas y
tambores lograron reunir a muchos indios y mestizos, quienes se dirigieron al
Elén con palos, piedras y lanzas para pedir la muerte del visitador y evitar el
inicio de la numeración.
Cuando el visitador Antonio Solano de Salas ordenó al
visitador subdelegado pasar a Pelileo para iniciar la sumaria en contra de los
sublevados, tuvo que esperar varios días, pues ya habían iniciado
levantamientos por las mismas razones los indios de Quisapincha, los habitantes
de Píllaro y las mujeres del pueblo de Baños. El 29 de enero arribó a Pelileo y
de 205 Moreno, Sublevaciones indígenas…, 101.
inmediato inició la búsqueda de quienes habían protagonizado la
revuelta. Pedro Sánchez, Tomasa Meneses y otros vecinos lograron huir del
pueblo antes de ser detenidos. Rosa Gordona y Teresa Maroto fueron detenidas. Garzón,
José – Thèse de doctorat – 2017 http://theses.md.univ-paris-diderot.fr/GARZON_Jose_2_va_20170921.pdf
Recuperado
de: https://cronicon.net/wp/el-poder-del-arte-mural-latinoamericano-como-herramienta-politica-para-construccion-del-poder-popular/
Las reformas españolas al cobro de los ramos de Real
Hacienda promulgadas en 1776 e implantadas en Ambato a partir de 1780, causaron
una serie de revueltas en esta jurisdicción. Una de las primeras
manifestaciones en contra de esta medida fue el Motín de las recatonas en Pelileo ocurrido en enero de 1780 y
del cual participaron, principalmente, las vendedoras de la plaza. El
Administrador provisional de Real Hacienda de Ambato, ordenó a los cobradores
iniciar el recaudo antes de la publicación del bando, los cuales ejercieron
esta tarea con arbitrariedad, por lo cual durante los primeros días de enero
varias vendedoras se opusieron a los cobros amenazando a los cobradores e
incitando al alzamiento. Entre los incitadores se encontraban Rosa Gordona y
Teresa Maroto, carniceras; Tomasa Meneses, vendedora de pan y su esposo Pedro
Sánchez, propietario de una finca.
Cuando fue publicado el bando, el 9 de enero, los
mestizos exigieron su lectura y al escuchar las nuevas tarifas, intentaron
atacar al escribano para quitarle el bando persiguiéndolo hasta la iglesia y al
convento donde se refugió. A la manifestación en contra de los nuevos cobros
acudieron exclusivamente mujeres y muchachos, quienes destruyeron el bando e
hicieron repicar las campanas, mientras los hombres observaban en silencio sin
intervenir. Sin embargo, la sublevación no pretendía ser violenta pues se tenía
temor por los fuertes castigos aplicados meses atrás en el pueblo de Guano; lo
que explica, según Moreno Yánez, la ausencia de hombres y armas en la revuelta.
Garzón:2017, p. 111
LOS
AFRODESCENDIENTES
La situación de la
población negra era de constantes reclamos, fugas, organizaciones de sitios de
protección y resistencia como los palenques, así como las rebeliones. Querían:
liberarse de la esclavitud, ser considerados personas con derechos propios.
La trata negrera legal e ilícita generó enormes
ganancias para las élites criollas del continente y de las potencias europeas.
En esencia, su práctica se convirtió en el mayor genocidio conocido por la
historia humana, mucho mayor que el holocausto judío y que todas las guerras
mundiales juntas.
El viaje hacia la esclavitud
Los cautivos africanos eran instalados en el entrepuente de los navíos y
sufrían pésimas condiciones higiénicas y de alimentación hasta su llegada al
Nuevo Mundo. Litografía en color de Johann Moritz Rugendas. Siglo XIX.
BRIDGEMAN / INDEX Recuperado de: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/esclavos-trata-humana-a-traves-atlantico_8681/6
Desde la gran rebelión de esclavos, en los barracones
de buena parte de Hispanoamérica y el Caribe la legendaria lucha de los negros
de Saint Domingue despertó admiración y aliento. Ello explica que en pleno
desarrollo del proceso se desataran sublevaciones y rebeliones esclavas y de
libertos en varios puntos de la región. Ejemplos de esta impronta son la
revuelta de los esclavos de Trois Revieres, producida en la isla de Guadalupe
en abril y agosto de 1793; la impactante rebelión de negros y zambos en la región
venezolana de Coro, encabezada por José Leonardo Chirinos en mayo de 1795; las
protestas de esclavos en haciendas de Puerto Príncipe y Trinidad, entre 1795 y
17987 y la conspiración de José Antonio Aponte en 1812,8 también en la Antilla
mayor.
La
abolición de la esclavitud en las colonias francesas en 1848 (1849). Auguste
François Biard
Recuperado de: http://www.amnistiacatalunya.org/edu/3/esclavitud/index.html
General Juan Otamendi Anangonó
Recuperado
de: https://hazteverecuador.com/wp-content/uploads/2016/03/otamendi.jpg
Otras
tres sublevaciones de esclavos, ocurridas también en haciendas bajo la
administración de Temporalidades, fueron la de San Jacinto (1768) en la cual
los esclavos exigieron la asignación de chacras y la reducción del trabajo los
domingos y festivos; San José de la Pampa (1779), en la que los esclavos
planearon “sacudirse el yugo de la esclavitud” y cuyos líderes llegaron hasta
Lima, burlando a las autoridades; y el ocurrido en la hacienda Motocachi (1786)
que se dispersó rápidamente pues no fue producto de una organización u
objetivos previos208. Garzón, 2017: 113
Los
esclavos, por su parte, también respondieron al proceso emancipatorio de
acuerdo a sus propios intereses y a los estrechos márgenes de su poder de
decisión. En algunos casos, se integraron de manera voluntaria, o forzadamente,
a los ejércitos insurgentes. Hubo lugares donde los separatistas tuvieron que
acudir al reclutamiento de negros esclavos, fundamentalmente de aquellos que
eran propiedad de españoles, para nutrir las endebles fuerzas del
independentismo. A cambio les prometían la libertad, mientras estuviesen en las
tropas patriotas o después de determinado número de años de servicio militar.
José de San Martín, estando al frente del gobierno rioplatense de Cuyo con sede
en Mendoza, lanzó un bando el 26 de enero de 1815, mediante el cual se implantó
que todos los esclavos de entre 16 y 30 años,
pertenecientes a españoles y europeos, quedaban destinados al ejército.17 Pero
su ejecución estuvo marcada, a diferencia de otras disposiciones de este tipo,
por la impronta igualitarista que caracterizó al futuro Libertador del Sur. San
Martín intentó de inicio que blancos y negros esclavos o libertos se mezclaran
en el mismo regimiento, pero rápidamente encontró la resistencia y la oposición
de muchos de sus subalternos, generadas por arraigados prejuicios raciales;
sobre ello reflexionó: «La diferencia de castas se ha consagrado en la
educación y costumbres de casi todos los siglos y naciones; sería quimera creer
que por un trastorno inconcebible se allanase el amo a presentarse en una misma
línea con su esclavo […] He dispuesto que [la compañía] se forme solo de la
gente de color, así libre como sierva».18 Por ello tuvo que crear, como antes
lo hacían los realistas, batallones específicos donde se agrupaban únicamente
los negros, pardos y morenos. Villaboy Zaldívar, René. El dilema «negro» de la independencia
latinoamericana. http://scielo.sld.cu/pdf/uh/n278/uh01278.pdf
JOSÉ DE SAN
MARTÍN
Con treinta y nueve años inició el cruce de los Andes para combatir a los
ejércitos realistas en Chile y Perú, recuperado de: https://puertoestradadigital.com.ar/proyectosdigitalesareasintegradas/sanmartin/
Simón Bolívar y José de San Martín pretendieron
liberar del yugo esclavista a los afrodescendientes, más se encontraron con la
tenaz oposición de los criollos ricos que los explotaban.
GENERAL SIMÓN BOLÍVAR
Foto: Eileen Tweedy / Art Archive. El héroe de un continente. Simón Bolívar lideró durante veinte años la lucha para lograr la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. El retrato le muestra vestido con uniforme de general. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/simon-bolivar-libertador-america_12174
El otrora rancio mantuano mostró que su lucha ligaba
el ideal de reforma política a la trasformación de la vida de los grupos
humanos subyugados por el colonialismo europeo. La traumática experiencia de
las dos primeras repúblicas, donde se sintió como nunca antes el ensañamiento
de las masas de esclavos contra los independentistas y en defensa de la
soberanía española, fue para el futuro Libertador una huella imborrable. En
Ocumare de la Costa, en el extremo norte del actual estado venezolano de
Aragua, Bolívar emitió en julio de 1816 el primer decreto de abolición total de
la esclavitud conocido en ese territorio. Su texto fue simbólicamente
reproducido en una pequeña imprenta trasladada por el Libertador desde la única
tierra americana sin esclavos: Haití. La legislación bolivariana, luego de
expresar la emancipación, mencionaba que «en lo futuro no habrá en Venezuela
más que una clase de hombres: todos serán ciudadanos». Villaboy Zaldívar, René, p .23
No obstante, a la obstinada solicitud del jefe militar
y político más importante de la parte norte de Suramérica, la asamblea reunida
en Angostura redujo el alcance de la ley abolicionista propuesta años antes.
Únicamente mantuvo la derogación de la trata, el reconocimiento de la libertad
para los esclavos que se la ganaran mediante servicios excepcionales a la
patria y propuso crear un fondo para resarcir a los dueños. En tal decisión
pesaban los intereses de los propietarios y los prejuicios raciales que
lastraban la audacia que merecía una revolución anticolonial en la región
latinoamericana y caribeña. Villaboy Zaldívar, René, p .25
José de San Martín, por su parte, también demostró
durante sus años de lucha que su concepción democrática incluía la preocupación
por el penoso flagelo de la esclavitud negra. La política de unificar a blancos
y negros en un mismo cuerpo militar y sus reglamentos para liberar esclavos
incorporados a sus tropas le hicieron ganar el apoyo de una parte importante de
los hombres sometidos a tal condición. El Libertador del Sur proclamó la
primera independencia del Perú el 28 de julio de 1821, en su capital Lima. Allí
aceptó, a petición de la filial de la logia Lautaro, el poder ejecutivo como
Protector de la Libertad de dicho territorio. Entre las primeras medidas de su
gobierno estuvo la emancipación de vientres de las esclavas. En la resolución
emitida sobre la problemática dejó sentada su posición ante ella: «Una porción
numerosa de nuestra especie ha sido hasta hoy mirada como efecto permutable y
sujeto a los cálculos de un tráfico criminal: los hombres han comprado a los
hombres y no se han avergonzado de degradar la familia a que pertenecen
vendiéndose unos a otros».
A pesar de los esfuerzos abolicionistas de Bolívar,
San Martín y de otros líderes de la lucha anticolonial, realizadas aisladamente
en el segundo período de la emancipación continental (1816-1826), la esclavitud
sobrevivió a la independencia. El peso económico que todavía tenía dicha forma
de explotación para algunos sectores y los efectos traumáticos que causó en las
élites criollas la Revolución de Haití constituyeron algunas de las barreras
que bloquearon la solución para el inquietante problema. A pesar de ello, los
intentos de trasformar la situación de los esclavos que promovieron algunos de
los próceres más radicales atrajeron como nunca antes a un número importante de
ellos a las filas del independentismo, Ídem, p. 29
Hubo distinta participación de
los indígenas y afrodescendientes en las luchas de la Independencia, ya que
muchos de ellos eran obligados mediante reclutamiento a formar parte de uno u
otro bando.
Para
enfrentar la tácita insurrección que significó la formación de juntas en
Hispanoamérica se levantaron los realistas indistintamente llamados godos,
sarracenos, chapetones, gachupines o conservadores, por lo general españoles:
funcionarios, grandes comerciantes, arrendatarios e intermediarios de los
monopolios de la Corona y la mayoría del clero que, en virtud del Real
Patronato, formaba parte de la burocracia colonial. A través de la Iglesia, y
valiéndose del fanatismo religioso o de las tradiciones paternalistas de la
Corona, los realistas -a cuyas filas también se integró el sector más
conservador de la aristocracia criolla lograron en muchas ocasiones manipular a
capas y clases populares, artesanos, peones, esclavos y sobre todo pueblos
indígenas para situarlos contra la independencia. Guerra Vilaboy, Sergio, 1997, Etapas y procesos en la historia de América
Latina, http://biblioteca.clacso.edu.ar/Mexico/iih-s-uv/20170608043740/pdf_473.pdf
Aunque
la preferencia real de los nativos americanos en las colonias españolas,
indudablemente era mantenerse al margen y dejar que criollos y peninsulares
luchen entre ellos, parece que cuando tenían que participar, con mayor
frecuencia, apoyaban a los realistas, tanto porque una gran parte de las áreas
con mucha población indígena (e.g. Perú) estaban controladas la mayor parte del
tiempo por los españoles, como por alguna razón semejante a la que llevó a los
iroqueses de Norte América a preferir espontáneamente a los británicos. Bushnell, David, 2009 Independencia
comparada: las Américas del norte y del sur, Revista 22-23, Universidad
Católica Boliviana, p.287.
LA PARTICIPACION POPULAR
Dentro del contexto de las Revoluciones de 1810 y 1812, es importante determinar qué participación tuvo el denominado pueblo, entendido como:
comunidad de personas, que se modifica
históricamente, formada por la parte de la población, capas y clases, que por
su situación objetiva están en condiciones de participar conjuntamente en la
resolución de los problemas concernientes al desarrollo revolucionario,
progresivo, de un país dado en un periodo dado. https://www.filosofia.org/enc/ros/pue.htm.
Ahora bien, la participación popular se pudo observar desde el momento mismo del golpe insurgente. Lo que sucede es que ésta no se da en favor de "los patriotas", ni se expresa en acciones directas o abiertas. Se trata, más bien, de un rechazo sordo que se expresa en rumores, en comentarios, en versos populares, hasta llegar a la movilización. Las masas fueron un elemento continuo de referencia para las élites y el temor que ellas suscitaron fue fundamental para explicar las afiliaciones o desafiliaciones en relación al movimiento insurgente. Los sectores populares se convirtieron, entonces, en uno de los más importantes factores explicativos de las divisiones internas de la Junta y de su fracaso.
¿Cuál
fue la reacción de la plebe frente a la Junta? Para Cevallos " ... la
parte ignorante de la población ... se mostró asustada de un avance que venía a
poner en duda la legitimidad del poder que ejercían los presidentes a nombre de
los Reyes de España, y fue preciso perorar en el mismo sentido a las tropas
para no exasperarlas."112
Torrente
por su parte refiere de la siguiente manera la forma que Salinas dispuso la
jura del nuevo gobierno: ... pero como hechase mano del estandarte de la plebe
para tremorarlo en el acto del juramento, se dirigieron las castas a su tribuno
Antonio Bustamante para que p.88
estorbase
tamaña profanación. El tribuno tomó con calor aquella causa, Salinas se
desconcierta. ¡Teme! pero volviendo de su
primera alarma, da un grito retórico a dicho acto en favor del monarca español,
victorea su Real persona, y deja embaucada aquella gente tan sencilla como
fiel. 113
Como
se advierte en las anteriores citas, existió al comienzo un rechazo a la Junta
que venía a usurpar los derechos de las autoridades que ejerzan el poder a
nombre del Rey. Para solucionar el problema fue necesario construir un discurso
que atrajera a las masas. Este discurso encerraba un mensaje reivindicativo de
los derechos de la Religión y de la Corona, y fue transmitido por medio de los
"tribunos de la plebe" que se convirtieron en puente de unión entre
las masas y las élites encargándose de la movilización y desmovilización
popular,
según las conveniencias de la Junta. Para las autoridades españolas el tribuno
era. " ... el que convocaba al populacho tumultuando y alarmándolo, y que
poniéndose a su cabeza peroraba influyendo la ferocidad, el entusiasmo y la
desverguenza ... "114
El
tribuno se convirtió, entonces, en uno de los personajes más importantes,
políticamente hablando, en tanto que él garantizaba el apoyo o el rechazo
popular. Pero su función se convirtió también en medio de acceso social. El
caso más ilustrativo se dio en la persona de Antonio Bustamante quien por haber
conseguido el apoyo popular para la Junta, recibió el título de
"Gobernador y Capitán General del Puerto y Provincia de
Esmeraldas."115
Mediante
el apoyo de los tribunos, la Junta pudo neutralizar el inicial rechazo popular.
Sin embargo, esto no duró mucho tiempo puesto que, a raíz de que a escasear los víveres, particularmente la
sal que venía de Guayaquil, se empezó a sentir un abierto rechazo.116 Para
captar de nuevo la voluntad del común, la Junta dictó algunas medidas
económicas que extinguieron el estanco del tabaco, el cabezón de tierras o
derecho de alcabalas y disminuyeron el precio del papel sellado. No es necesario hacer un estudio muy profundo
para darse cuenta que estas medidas poco beneficiaban al pueblo mientras que sí
eran importantes para los terratenientes. Los discursos de los tribunos y las
anteriores medidas lograron, de todas maneras, algunas afiliaciones en las
falanges de Fernando VII, pero -en Quito seguía faltando el apoyo de la mayoría
de la población a la Junta.119 p.89
Los criollos ricos terminaron
como beneficiarios del proceso independentista, se liberaron de las ataduras de
la administración colonial, del pago de tributos, lo que les permitió continuar
con la explotación de los indígenas, de los esclavos afrodescendientes y de los
mestizos pobres, situación que continuó en el Período de la Independencia, y se
acentuó con la fragmentación de la Gran Colombia y con la creación de nuevos
estados.
Los protagonistas del proceso fueron poderosos latifundistas, para cuyo manejo político la
burocracia española era un impedimento. Una vez
instalados en el mando, suprimieron las
contribuciones
de los blancos, manteniendo las
de los indios, e hicieron
desaparecer la constancia de las cuantiosas deudas que habían contraído con la
Corona por compra de tierras. Los notables criollos fueron los usufructuarios
de la libertad. Pero no es
posible entender el sesgo ideológico del proceso sin la participación de
intelectuales venidos de las capas medias, los “radicales” de la causa, como Morales
y Quiroga. Ayala Mora, Enrique.
Resumen de Historia Del Ecuador, Tercera
Edición Actualizada, Corporación
Editora Nacional, Quito, 2008, p.23
ANEXOS
ACTA DE FORMACIÓN DE LA JUNTA
SUPREMA DE QUITO
10 DE AGOSTO DE 1809
Nos, los
infrascritos diputados del pueblo, atendidas las presentes críticas
circunstancias de la nación, declaramos solemnemente haber cesado en sus
funciones los magistrados actuales de esta capital y sus provincias. En su
virtud, los del barrio del Centro o Catedral, elegimos y nombramos por
representantes de él a los marqueses de Selva Alegre y Solanda, y lo firmamos.
Manuel de Angulo. Antonio Pineda. Manuel Cevallos. Joaquín de la Barrera.
Vicente Paredes. Juan Ante y Valencia. Los del barrio de San Sebastián elegimos
y nombramos por representante de él a don Manuel Zambrano, y lo firmamos.
Nicolás Vélez. Francisco Romero. Juan Pino. Lorenzo Romero. Manuel Romero.
Miguel Donoso. Los del barrio de San Roque elegimos y nombramos por
representante de él al marqués de Villa Orellana, y lo firmamos. José
Rivadeneira. Ramón Puente. Antonio Bustamante. José Álvarez. Diego Mideros. Los
del barrio de San Blas elegimos y nombramos por representante de él a don
Manuel de Larrea y lo firmamos. Juan Coello. Gregorio Flor Colección Bicentenario 128
de la Bastida. José Ponce. Mariano Villalobos. José
Bosmediano. Juan Unigarro y Bonilla. Los del barrio de Santa Bárbara elegimos y
nombramos representante de él al marqués de Miraflores y lo firmamos. Ramón
Maldonado. Luis Vargas. Cristóbal Garcés. Toribio Ortega. Tadeo Antonio
Arellano. Antonio de Sierra. Los del barrio de San Marcos elegimos y nombramos
por representante de él a don Manuel Matheu y lo firmamos. Francisco Javier
Ascázubi. José Padilla. Nicolás Vélez. Nicolás Jiménez. Francisco Villalobos.
Juan Barreto.
Declaramos que los
antedichos individuos, unidos con los representantes de los cabildos de las
provincias sujetas actualmente a esta gobernación y las que se unan
voluntariamente a ella en lo sucesivo, como son Guayaquil, Popayán, Pasto,
Barbacoas y Panamá, que ahora dependen de los Virreinatos de Lima y Santa Fe,
las cuales se procura atraer, compondrán una Junta Suprema que gobernará
interinamente a nombre y como representante de nuestro legítimo soberano, el
señor don Fernando Séptimo.
Y mientras Su
Majestad recupere la Península o viniere a imperar en América, elegimos y
nombramos por ministros o secretarios de estado a don Juan de Dios Morales, don
Manuel Quiroga y don Juan de Larrea. Al primero para el despacho de los
negocios extranjeros y de la guerra, el segundo para el de gracia y justicia, y
el tercero para el de hacienda; los cuales como tales serán individuos natos de
la Junta Suprema. Ésta tendrá un secretario particular con voto y nombramos de
tal a don Vicente Álvarez. Elegimos y nombramos por presidente de ella al
marqués de Selva Alegre. La Junta, como representante del monarca, tendrá el
tratamiento de majestad; su presidente el de alteza serenísima; y sus vocales
el de excelencia, menos el secretario particular, a quien se le dará el de
señoría. El presidente tendrá por ahora y mientras Colección Bicentenario 129
se organizan las rentas del estado seis mil pesos de
sueldo anual, dos mil cada vocal y mil el secretario particular.
Prestará juramento
solemne de obediencia y fidelidad al rey en la Catedral inmediatamente y lo
hará prestar a todos los cuerpos constituidos así eclesiásticos como seculares.
Sostendrá la pureza de la religión, los derechos de rey y los de la patria, y
hará guerra mortal a todos sus enemigos, principalmente franceses, valiéndose
de cuantos medios y arbitrios honestos le sugiriesen el valor y la prudencia
para lograr el triunfo.
Al efecto y siendo
absolutamente necesaria una fuerza militar competente para mantener el Reino en
respeto, se levantará prontamente una falange compuesta de tres batallones de
infantería sobre el pie de ordenanza y montada la primera compañía de
granaderos; quedando por consiguiente reformadas las dos de infantería y el
piquete de dragones actuales. El jefe de la falange será coronel y nombramos
por tal a don Juan Salinas, a quien la Junta hará reconocer inmediatamente.
Nombramos de auditor general de guerra, con honores de teniente coronel,
tratamiento de señoría y mil quinientos pesos de sueldo a don Juan Pablo
Arenas, y la Junta le hará reconocer. El coronel hará las propuestas de los
oficiales, los nombrará la Junta, expedirá sus patentes y las dará gratis el
secretario de la guerra. Para que la falange sirva gustosa y no falte lo
necesario, se aumentará la tercera parte sobre el sueldo actual desde soldado
arriba.
Para la más pronta
y recta administración de justicia, creamos un Senado de ella compuesto de dos
Salas, Civil y Criminal, con tratamiento de alteza. Tendrá a su cabeza un
gobernador con dos mil pesos de sueldo y tratamiento de usía ilustrísima. La
Sala de Colección Bicentenario 130
lo Criminal, un regente subordinado al gobernador, con
dos mil pesos de sueldo y tratamiento de señoría; los demás ministros con el
mismo tratamiento y mil quinientos pesos de sueldo; agregándose un protector
general de indios con honores y sueldos de senador. El alguacil mayor con
tratamientos y sus antiguos emolumentos.
Elegimos y
nombramos tales en la forma siguiente:
Sala de lo
Civil: gobernador don José Javier Ascázubi. Decano, don
Pedro Jacinto Escobar; don José Salvador, Don Ignacio Tenorio, don Bernardo de
León. Fiscal, don Mariano Merizalde.
Sala de lo
Criminal: regente don Felipe Fuertes Amar. Decano, don Luis
Quijano. Senadores, don José del Corral, don Víctor de San Miguel, Don Salvador
Murgueitio. Fiscal, don Francisco Javier de Salazar. Protector General, don
Tomás Arechaga. Alguacil mayor, don Antonio Solano de la Sala.
Si alguno de los
sujetos nombrados por esta soberana diputación renunciare el encargo sin justa
y legítima causa, la Junta le admitirá la renuncia, si lo tuviere por
conveniente; pero se le advertirá antes que será reputado como tal mal patriota
y vasallo, y excluido para siempre de todo empleo público. El que disputare la
legitimidad de la Junta suprema constituida por esta acta tendrá toda libertad,
bajo la salvaguardia de las leyes, de presentar por escrito sus fundamentos y
una vez que se declaren fútiles, ratificada que sea la autoridad que le es
conferida, se le intimará a prestar obediencia, lo que no haciendo se lo tendrá
y tratará como reo de estado.
Dado y firmado en
el Palacio Real de Quito, a diez de agosto de mil ochocientos nueve. Manuel de
Angulo. Antonio Pineda. Manuel Cevallos. Joaquín de la Barrera. Vicente
Paredes. Juan Ante y Valencia. Nicolás Colección Bicentenario 131
Vélez. Francisco Romero. Juan Pino. Lorenzo Romero.
Manuel Romero. Miguel Donoso. José Rivadeneira. Ramón Puente. Antonio
Bustamante. José Álvarez. Juan Coello. Gregorio Flor de la Bastida. José Ponce.
Mariano Villalobos. Diego Mideros. Vicente Melo. José Ponce. José Bosmediano.
Juan Unigarro y Bonilla. Ramón Maldonado. Luis Vargas. Cristóbal Garcés.
Toribio Ortega. Tadeo Antonio Arellano. Antonio de Sierra. Francisco Javier de
Ascázubi. José Padilla. Nicolás Jiménez. Francisco Villalobos. Juan Barreto.
Una copia de esta
acta fue incluida en el expediente criminal levantado contra los comprometidos
en la primera Junta de Quito y se encuentra en el Archivo General de la Nación
(Bogotá), Sección de la Colonia, Archivo Anexo, Historia, rollo 5, f. 609-611.
Ha sido publicada por Carlos de la Torre Reyes en La Revolución de Quito del
10 de agosto de 1809. Quito: Banco Central del Ecuador,
1990; p. 214-217.
MANIFIESTO
DE LA JUNTA DE
QUITO
AL PÚBLICO
10 de
agosto de 1809
El Pueblo, que conoce sus
derechos, que para defender su libertad e independencia ha separado del mando a
los intrusos y está con las armas en las manos, resuelto a morir o vencer, no
reconoce más juez que a Dios; a nadie satisface por obligación, pero lo debe
hacer por honor. En esta inteligencia, el de Quito da al mundo entero satisfacción
de su conducta tocante a los acontecimientos públicos del día.
El conde Ruiz de Castilla, que
ha sido su presidente, es un hombre absolutamente inepto para el gobierno, vive
enfermo de por vida; su edad la de setenta y cinco años y tiene la decrepitud
de ciento. No ha gobernado a nadie, y se ha dejado gobernar despóticamente de
cuantos han querido, como lo podría ser un niño de cuatro años. Ya se deja
comprender de aquí el abandono en que ha estado este Reino, verdaderamente
anárquico. Desde la desgracia del rey, en que ha sido el peligro tan urgente,
no se ha visto otra cosa que un descuido vergonzoso, una apatía humillante y un
desprecio criminal de los derechos sacrosantos que nos ha concedido la
naturaleza.Colección Bicentenario 133
No
se nos ha tenido por hombres sino por bestias de carga, destinados a soportar
el yugo que se nos quería imponer.
En un tiempo en que se debía
levantar más tropa para estar prevenidos a batir el enemigo de la religión, del
rey y de la patria, lejos de hacer una recluta para aumentar la fuerza militar,
según antes lo había mandado el rey, se han reformado dos compañías de las
cuatro que componían el Cuerpo veterano. No se han disciplinado las milicias,
ni se ha librado, en una palabra, providencia alguna conducente al fin de la
defensa. Lo que sí hemos observado con el mayor dolor es que se ha hecho por
los españoles europeos la más ultrajante desconfianza de los americanos. Nada
se les ha comunicado; todo, todo, se les ha reservado con el más particular estudio,
de suerte que ninguno de los acontecimientos funestos, por pequeño que haya
sido, lo ha participado el Gobierno.
Cuando los españoles europeos,
en una crisis tan tremenda de la nación, debieron haber hecho causa común con
los americanos para defender recíprocamente (a la que los últimos, no
solamente de este Reino, sino todos los de ambas Américas, habrían estado
prontos), entonces es que aquellos se desdeñan de franquearse, de unirse,
ostentan una rivalidad ridícula y como si les fuera indecoroso, teniéndose por
dueños, no se dignan hacer a sus esclavos partícipes de sus cuidados, y
decretan allá en sus nocturnos conventículos la suerte desgraciada de ésta,
soñando conservar el señorío. Cada uno de ellos es un espía, y este dulce
nombre de seguridad ha desaparecido de entre nosotros. Cualquiera que usa de su
razón y no cree ciegamente las favorables noticias del estado de la Península,
se hace sospechoso, con sólo el hecho de dudar o poner en práctica las reglas
de la crítica, y es observado. Por racional y fundado que sea el discurso,
desagrada y quieren que contra el propio sentir Colección Bicentenario 134
se
tenga y publique por verdad evangélica la mentira más garrafal. Se saluda con
tiros de cañón, con repiques de campana, con misa de acción de gracias, luminarias
y corridas de toros, y el que no tenga estas curiosidades o pruebas reales y
efectivas de sucesos fingidos, se halla expuesto a un proceso como criminal de
Estado.
Estos engaños han puesto a los
quiteños en justa desconfianza, y de que se les reputa como enemigos, o como a
esclavos viles. ¿Qué diremos de la famosa causa de estado seguida contra
personas de notorio lustre y de fidelidad al rey a toda prueba? Es público ya
en todo el mundo que un plan hipotético de independencia, para el caso de ser
subyugada la España y faltar el legítimo soberano, ha sido el cuerpo del
delito. Este es bonapartismo claro respecto de los procesantes, a quienes es
preciso calificar, por consiguiente, de opresores de los criollos y
usurpadores de sus derechos naturales.
Aun más: se sabe y consta de
los mismos autos que un regente, don José González Bustillos, desea beberse la
sangre de catorce de los principales ciudadanos, sin nombrar a éstos ni su
delito; que un decano de la Real Audiencia, don José Merchante de Contreras,
denuncia como crimen de estado el leal y amoroso deseo de que vengan a vivir
seguros en América el rey don Fernando VII y el Papa, y que a pesar de que se
ha hecho ver con evidencia por los procesados no sólo la inocencia de este
plan, sino que será verdaderamente traidor al Gobierno y a la Patria quien
conciba o sostenga lo contrario, se sigue la causa, y no ha podido conseguir
una libertad honrosa el oficial que se supone su autor.
Estos hechos son públicos y
notorios. Los mismos españoles europeos, sin provocación antecedente, han
alterado la paz, y a cara descubierta se han Colección Bicentenario 135
ostentado
en esta capital enemigos mortales de los criollos; con que la conducta de éstos
para asegurar su honor, su libertad y su vida, ha sido dictada por la misma
naturaleza, que prescribe imperiosamente al hombre la conservación de sus
preciosos derechos. Por consiguiente justa, en especial cuando quedan
voluntariamente sujetos a la dominación del señor don Fernando VII, su legítimo
soberano, siempre que se recupere la Península o venga a imperar en América.
Justifica más la inacción, de
que ya se habló, sobre los ningunos preparativos para esperar al enemigo común,
y esto es tanto más urgente cuanto la experiencia le ha acreditado, que vigilantibus
non dormientibus jura scripta fuere. Hablo de la misma España, pues si ésta
se hubiese prevenido, y no la adormeciese como la adormeció la confianza, no la
hubiera sorprendido el francés en el letargo, ni la hubiera debelado. Aún en el
caso de que no hubiese esas poderosas razones, que a cualquiera prudente
determinan a precaver un inminente riesgo, le bastaría saber que a la Junta
Central establecida en Madrid le faltaba ya aquella representación política por
la cual se le juró obediencia. La cosa es clara, pues nadie ignora que
hallándose anárquica la nación por la prisión del rey, los pueblos y las
provincias tomaron el partido de constituir juntas parciales de gobierno a su
Real Nombre, y debiendo ser demasiado embarazante esta separación, erigieron de
común consentimiento una Central Suprema Gubernativa en Madrid, compuesta de
representantes de las demás, cuyos sufragios unidos formaban la voluntad
general, y que estando bajo este pie entró el emperador, y después de tomar
casi todas las provincias de la Península a fuerza de armas, ha colocado en el
trono a su hermano José, que reside en Madrid, Corte de nuestros legítimos
Soberanos.
La Junta profugó de este punto
hacia Sevilla, y está reducida a mandar sólo a Andalucía. He aquí por qué no
reúne ya en sí la voluntad general, pues a ésta le ha Colección Bicentenario 136
dividido
la ley del invasor. Éste es obedecido, y a ésta no le queda otra acción
expedita sino la vindicatoria. Ni el Reino de Quito, ni alguno otro de América
declarado parte integrante de la Nación española, reconocen por tal a la
Andalucía sola, ni a otra alguna de las provincias de ella.
De este principio nacen dos
consecuencias evidentes. Primera: que el mismo derecho que tiene ahora Sevilla
para formar interinamente junta suprema de gobierno, tiene para lo mismo
cualquiera de los reinos de América, principalmente no habiendo llegado el caso
de ir a Madrid los representantes de estados, pedidos ya después de su fuga,
por la que fue Central, y hoy verdaderamente extinguida. Y segunda: que
habiendo cesado el aprobante de los magistrados, han cesado también éstos sin
disputa alguna en sus funciones, quedando por necesidad, la soberanía en el
pueblo.
Quito, agosto diez de mil
novecientos nueve.
Publicada por Juan de Dios Monsalve en: Antonio de Villavicencio. Bogotá: Imprenta Nacional, 1920; p. 328-330. También por Carlos de la Torre Reyes en: La Revolución de Quito del 10 de agosto de 1809. Quito: Banco Central del Ecuador, 1990; p. 224-228. Colección Bicentenerio 136
Manuel Rodríguez de Quiroga
Manifiesto
de la Junta Suprema de Quito a los pueblos de la América
16 de
agosto de 1810
Pueblos de la América:
La sacrosanta Ley de
Jesucristo y el imperio de Fernando séptimo perseguido y desterrado de la
Península han sentado su augusta mansión en Quito. Bajo el ecuador han erigido
un baluarte inexpugnable contra las infernales empresas de la opresión y de la
herejía. En este dichoso suelo, donde en dulce unión y confraternidad tienen ya
su trono la Paz y la Justicia, no resuenan más que los tiernos y sagrados
nombres de Dios, el Rey y la Patria. ¿Quién será tan vil y tan infame que no
exhale el último aliento de su vida, derrame toda la sangre que corre en sus
venas y muera cubierto de gloria por tan preciosos, inestimables objetos? Si
hay alguno, levante la voz, y la execración general será su castigo: no es
hombre. Deje la sociedad y vaya a vivir con las fieras.
En este fértil clima, en esta
tierra regada antes de lágrimas y sembrada de aflicción y dolores, se halla ya
concentrada la felicidad pública. Dios en su santa Iglesia y el Rey en el sabio
gobierno que le representa son los solos dueños que exigen nuestro Colección
Bicentenario 141
debido
homenaje y respeto. El primero manda que nos amemos como hermanos; y el segundo
anhela para hacernos felices en la sociedad que vivimos. Lo seremos, paisanos y
hermanos nuestros, pues la equidad y la justicia presiden nuestros consejos.
Lejos ya los temores de un
yugo opresor que nos amenazaba el sanguinario tirano de la Europa. Lejos los
recelos de las funestas consecuencias que traen consigo la anarquía y las
sangrientas empresas de la ambición que acecha la ocasión oportuna de coger su
presa. El orden reina, se ha precavido el riesgo y se han echado por el voto
uniforme del pueblo los inmóviles fundamentos de la seguridad pública. Las leyes
reasumen su antiguo imperio; la razón afianza su dignidad y su poder
irresistibles; y los augustos derechos del hombre ya no quedan expuestos al
consejo de las pasiones ni al imperioso mandato del poder arbitrario. En una
palabra, desapareció el despotismo y ha bajado de los cielos a ocupar su lugar
la Justicia.
A la sombra de los laureles de
la Paz, tranquilo el ciudadano dormirá en los brazos del gobierno que vela por
su conservación civil y política. Al despertarse alabará la luz que le alumbra
y bendecirá a la Providencia que le da de comer aquel día, cuando fueron tantos
los que pasó en la necesidad y en la miseria. Tales son las bendiciones y
felicidades de un gobierno nacional, ¿quién será capaz de censurar sus
providencias y caminos?
Que el enemigo devastador de
la Europa cubra de sangre sus injustas conquistas. Que llene de cadáveres y
destrozos humanos los campos del Antiguo Mundo. Que lleve la muerte y las
furias delante de sus legiones infernales para saciar su ambición y extender
los términos del odioso imperio que ha establecido. Tranquilo y sosegado, Quito
insulta y desprecia su Colección Bicentenario 142
poder
usurpado. Que pase los mares, si fuese capaz de tanto. Aquí lo espera un Pueblo
lleno de religión, de valor, de energía. ¿Quién será capaz de resistir estas
armas?
Pueblos del continente
americano: favoreced nuestros santos designios, reunid vuestros esfuerzos al
espíritu que nos inspira y nos inflama. Seamos unos, seamos felices y dichosos,
y conspiremos unánimemente al individuo objeto de morir por Dios, por el Rey y
por la Patria. Esta es nuestra divisa, esta será también la gloriosa herencia
que dejemos a nuestra posteridad.
El redactor de
este Manifiesto, el doctor Manuel Rodríguez de Quiroga, fue ministro de
Gracia y Justicia de la Junta de Quito, y lo leyó el día 16 de agosto de 1810
en la sala capitular del Convento de San Agustín de Quito. Publicado por
Alfredo Ponce Ribadeneira en: Quito: 1809-1812, según los documentos del
Archivo Nacional de Madrid. Madrid, 1960, p. 157-158. También por Carlos de
la Torre Reyes en: La Revolución de Quito del 10 de agosto de 1809. Quito:
Banco Central del Ecuador, 1990, p. 237-238.
BIBLIOGRAFÍA
- Ayala Mora, Enrique. Resumen de Historia Del Ecuador, Tercera Edición Actualizada, Corporación Editora Nacional, Quito, 2008
- Bushnell, David, 2009 Independencia comparada: las Américas del norte y del sur, Revista 22-23, Universidad Católica Boliviana
- Garzón Montenegro, José Benito. 2017. Obediencia o insumisión. Cultura política y acciones colectivas contenciosas de los sectores subalternos en el suroccidente colombiano, 1770-1830. Tesis de Doctorado, Universidad de la Sorbona
- Guerra Vilaboy, Sergio, 1997, Etapas y procesos en la historia de América Latina, http://biblioteca.clacso.edu.ar/Mexico/iih-s-uv/20170608043740/pdf_473.pdf
- Landázuri
Camacho, Carlos. Antecedentes y Desarrollo de la Independencia Ecuatoriana. Paper
Universitario, Universidad Andina.
- Martínez López-Cano, Ma. del Pilar y Ludlow,Leonor (coords ) Historia del pensamiento económico: del mercantilismo
al liberalismo, México, IIH-VNAMI Instituto Mora, 2007. Reseñas
- Morelli, Federica. Quito en 1810: La Búsqueda de un Nuevo Proyecto Político, Historia y Política. ISSN: 1575-0361, núm. 24, Madrid, julio-diciembre (2010), págs. 119-141
- Muñoz Fernández, Víctor. 2012. La Enciclopedia, faro del conocimiento de la Ilustración. Recuperado de: https://redhistoria.com/la-enciclopedia-faro-del-conocimiento-de-la-ilustracion/
- Núñez, Jorge. 1989. En: https://nuso.org/articulo/la-revolucion-francesa-y-la-independencia-de-america-latina/
- Pérez-García, Manuel. Mercados Globales de la América Española: El Comercio de Lana Vicuña y Grana Cochinilla En el Siglo XVIII. http://www.scielo.org.mx/pdf/alhe/v23n1/2007-3496-alhe-23-01-00184.pdf
- https://e1.portalacademico.cch.unam.mx/alumno/historiauniversal1/unidad3/acumulacionOriginaria/capitalismoMercantilista
- Reyes, Oscar Efrén. Breve historia general del Ecuador, 2 Vol. Décima tercera edición, ampliada y actualizada, en relación con el texto. Quito: 1980.
- Sarabino M. Zoila, 2007, El proceso de constitución de las élites indígenas en la ciudad de Otavalo. FLACSO Sede Ecuador
- Revolución Industrial (2018). Recuperado de Enciclopedia de Historia (https://enciclopediadehistoria.com/revolucion-industrial/).
- Valencia Llano, Alonso. Elites, Burocracia, Clero y Sectores Populares
en la Independencia Quiteña (1809-1812). Procesos, Revista Ecuatoriana de Historia, No. 3, 1992, Corporación
Editora Nacional, Quito
- Villaboy Zaldívar, René. El dilema «negro» de la independencia latinoamericana. http://scielo.sld.cu/pdf/uh/n278/uh01278.pdf
- Yanchatipán Simbaña, Diana, Personajes Afroecuatorianos en la Etapa Colonial del Ecuador y su Influencia en los Procesos de Independencia.U.C.E., 2014